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Mapa Mar Íntimo - Lámina

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El Mapa "Mar Íntimo" que hizo la artista y navegante Agathe Marín tiene una cantidad de contenido emocional, simbólico y poético sobre nuestro océano que dan ganas de mirarlo durante días. Les contaremos primero las cualidades del mapa, y luego, podrán leer de donde provino toda esta increíble creación.

  • Medidas: 91x36cm
  • Impresión: digital sobre papel Canson PhotoMatt de 180gr, especializado en larga duración y reproducción de arte.
  • Artista: Ágathe Marín

¿Quieres saber de qué se trata y de donde vino este mapa?

(Ágathe): Nací en el Atlántico norte, no tan lejos del puerto de Saint Malo de donde, antiguamente, zarpaban los clippers para Valparaíso. Niña, soñaba con el Cabo de Hornos y los temporales del Pacífico. No sé cuando supe por primera vez de Valparaíso. Quizás fue en una canción de marinero o en una novela... Valparaíso es como los cincuenta aulladores, Moby Dick o el canto de las ballenas. No se sabe si es real o ficticio. Ni a que país pertenece, si es que pertenece a algún país. Más grande supe que Valparaíso, como Chiloé o el Cabo de Hornos eran en Chile. Entonces quise conocer ese país tan lejano, al borde del Pacífico, el océano más grande del mundo.

Pero cuando llegué a Chile me decepcioné, la verdad. Llegué a un país sin mar. Una franja de tierra flotando en un vacío, así como aparece en casi todos los mapas.

Y el mar, cuando aparecía, era tan solo una mancha azul y lejana en nuestras ventanas. No había como acercarse. No había como encontrar historias. Todos parecían indiferentes a esa inmensidad azul y desconocida. Como si no había, allí, ningún misterio, como si fuese solo agua. Porque el mar sin historias, sin leyendas es solamente agua, azul, gris, verde, terriblemente helado.

Busqué como embarcarme. Y tuve la suerte de navegar en Valparaíso, en Chiloé y en el Sur profundo. Encontré ballenas, lobos de mar, submarinos escondidos, leyendas yaganes y chilotes, olores a café tostado y a cocina a leña que se mezclaban con la sal del viento. Encontré un mar que no se dibuja a la sombra de la tierra sino que la desborda... Dejé mi dedo acariciar cartas náuticas, y aprendí de los corrientes y de los vientos del Pacífico, ese “pulso marino del corazón de la tierra, ese océano donde nada este maldito cachalote blanco!” ( Moby Dick).

Cuando volví a tierra, quise dibujar otro mapa de Chile. Un mapa al revés. Donde la tierra sería blanco, vacío y el mar un lugar profundo, lleno de historias y de personajes. Quise dibujar el mapa del mar que me hizo soñar, con mis lecturas de infancia, los bosques de algas gigantes o los 8000 metros de profundidad de la fosa de Atacama. Quise dibujar el imaginario que despierta para mi ese mundo inmenso y tan desconocido.

Al principio dibujé encima de una carta náutica. Mirando al norte. Siguiendo a los códigos marinos. Pero algún día, di vuelta al mapa, dando a ver otra silueta de nuestro país. Un país dibujado por el viento y las olas. Como si estuviéramos al borde de la tierra mirando hacia la inmensidad, hacia el oeste. El oeste es nuestro horizonte cotidiano para nosotros que habitamos el litoral de Chile. Del norte solo vienen las depresiones y los temporales. Del oeste llegan los buques y las aventuras. Sin embargo, ese oeste es como un horizonte vacío, que no sabemos descifrar y que no nos atrevemos a soñar. Es un poco como el cielo. Conocemos algunas constelaciones, que recordamos cuando estamos lejos de las luces de las ciudades. Pero en nuestro cotidiano, el cielo es solo negro, como el mar es solo azul. No lo sabemos descifrar. Yo quise hacer un mapa para empezar a soñar y descifrar el mar de Chile.

Di vuelta al mapa para que el que lo mire se sienta un poco perdido, los pies al borde de la tierra, frente a un mundo desconocido, un territorio mágico y poético, con idioma y códigos propios, un mundo que queda por explorar y por cuál necesitamos mapas, símbolos, brújulas y mitos...