Trini Guzmán, las manos que crearon el campo de flores bordado
Hace un poco más de un año Trini comenzó a bordar y ya son más de 16 mil personas las que la siguen en Instagram. Si bien ya era conocida por ser integrante de la dupla muralista ESTANPINTANDO, el éxito de su trabajo en el bordado llegó rápido. Hoy reconoce que el amor por esta técnica que ha aprendido observando y estudiando de manera autodidacta viene influenciada por haber crecido en el taller de alta costura de su madre.
Más de 250 personas han pasado por los cursos de bordado que imparte desde febrero. En ellos, Trinidad encontró un lugar común: la necesidad de conectarse con la creatividad, empoderarse, sentir la libertad de crear y de volver a jugar. No sólo sus alumnas le trasmitieron esas ganas por humanizar las cosas; según ella, hay una tendencia global por valorar lo hecho a mano. “Hemos llegado a un punto como sociedad que todo pareciera estar tan sistematizado y robotizado que hay una necesidad enorme por retomar esas cosas que te conectan con tu creatividad y gesto humano”, comenta. Según Trinidad, el bordado es también algo fuera del tiempo ya que las horas pasan y uno no se da cuenta. Ella lo llama ‘el fenómeno del tiempo suspendido’.
¿Cómo crees que el diseño de alta costura de tu madre influyó en, primer lugar, en estudiar arte y en segundo lugar, en lo que haces hoy?
Influyó muchísimo. En esa época no existía la moda tan rápida como existe hoy. Yo veía a mi mamá preparar colecciones enteras, elegir sus propios materiales, organizar sus desfiles, todo. Desde los 5 años tengo memoria de jugar en su taller, llevarme retazos, reconocer distintos géneros y leer revistas de alta costura que le traían a mi mamá de afuera. Me crié viendo diseños como los de Gaultier y Versace, que eran súper estrambóticos y esculturales. Yo creo que eso influyó también en que, cuando estudié arte, quise hacerlo con mención en escultura. Hice un montón de investigación textil y ahora me doy cuenta de que esta fascinación que tengo por el textil viene desde chica.
¿Y en tu época de colegio?
Siempre intervine mi ropa, pero no me gustaba hacer la ropa yo. Veía a mi mamá haciendo el molde, midiendo, cortando y asegurándose que todo quedara perfecto, pero yo prefería intervenir algo que ya estuviera hecho. En algún momento pensé estudiar diseño de vestuario pero mi mamá me recomendó que no, que mejor estudiara arte ya que era algo más global, y tenía razón. En el arte se puede estudiar de todo e investigar áreas diversas, desde las ciencias a la botánica, hasta la alta costura.
Cuando empezaste a bordar, ¿lo viste como un hobby o inmediatamente sentiste que tenías que hacer algo más grande con ello?
Desde siempre tengo recuerdo de amar el bordado y todo lo textil. Los estudiaba, los observaba, cuando iba de viaje y veía bordados o estampados sacaba fotos y cuando podía, me los compraba. Me fui haciendo una colección de bordados e imágenes. Pero me pasaba con el bordado que sentía que era un lugar tan perfecto que requería de tanto oficio y minuciosidad, que sentía que yo no iba a poder lograrlo. Pensé tomar cursos, pero al final ese impulso se desvanecía, yo creo que de puro miedo de pensar que lo iba a hacer mal. Hasta que el año pasado tuve más tiempo y espacio para trabajar en mis investigaciones personales, tomé las lanas que tenía y empecé a probar. Me declaré a mí misma que todo lo que estaba haciendo era una investigación y así tener esa tranquilidad, antes de pensar en un producto final que me generara ansiedad y expectativas. Al considerar que era una investigación, me di el espacio de estar en un terreno de exploración y juego en el que no había límites ni barreras. Empecé a bordar de a poco, con los materiales que tenía al alcance y entendiendo que solo estaba probando. Esto nunca fue mi hobby ni tampoco algo a lo que me quería dedicar; fue mi terreno de exploración e investigación.
Y de ahí diste un gran salto, ¿cómo fue ese proceso?
Sí, nunca me lo imaginé. Ha sido muy orgánico y gradual. La verdad es que yo no me tenía tanta fe al principio, era super miedosa. ESTANPINTANDO era una suma de fuerza creativa de nosotras dos con la Coni, pero cuando yo trabajaba sola era más tímida e insegura. Investigaba cosas diversas y me castigaba un montón por no dedicarme a explorar una sola cosa. No estaba satisfecha con mis obras personales ni veía ahí un trabajo consistente. Pero este año entendí que mi consistencia radicaba precisamente ahí, en explorar constantemente medios distintos y posibilidades diversas. Así fui atravesando el miedo y superando esa inseguridad para darme cuenta y valorar que todo lo que he hecho y trabajado hasta el momento sí es parte de mi obra y parte de un proceso de investigación que está en constante transformación y evolución.
En eso aporta mucho también que la gente valore tu trabajo…
Eso es una parte y es muy lindo saber que hay gente que disfruta también de lo que haces, pero antes que eso es importante que uno disfrute de su trabajo y poder superar las inseguridades y auto-cuestionamientos. En el momento en que tomé consciencia que lo que estaba haciendo era parte de mi lenguaje y de mi propia identidad, empecé a a ver esa consistencia que yo tanto sentía que no tenía. Después de eso me jure a mí misma honrar y valorar mi trabajo, porque si yo no lo honro y yo no lo quiero, nadie más lo va a querer. Hubo un cambio muy fuerte en mí y yo creo que energéticamente esas cosas se traducen y se notan.
Los crisantemos eran las flores favoritas del papá de Trinidad. Según cuenta, llegaba con un ramo todos los fines de semana a su casa.
Para Trinidad, las plantas y flores siempre han sido un elemento de investigación. Según cuenta, el proceso se asemeja bastante a la vida de las personas: momentos en que uno florece, decae y después vuelve a florecer.
¿Cómo se conectan los murales de ESTANPINTANDO con tu mundo del bordado?
Yo creo que en la necesidad de improvisar. Es muy parte de mi personalidad comenzar con una idea de referencia y permitir que mute en el proceso. En el bordado uno puede tener una idea predeterminada, pero al canalizar esa idea por tus nervios, por tus músculos hasta que llegue a tu motricidad fina de tomar la aguja, el comportamiento de tu mano es totalmente distinto. Es un gesto que tu cerebro no sabe bien cómo va a resultar. Tu idea se transforma y es bueno aceptarlo ya que si no, es fácil caer en la dinámica de la inconformidad y de tener que deshacer y volver a empezar. Yo creo que si se hace esto consciente, es más fácil fluir con el bordado y eso permite que aparezcan cosas nuevas y que no exista que algo queda “mal”. Hay que hacerse amigo de esas eventualidades o cambios de planes y hacerlos parte de tu propio gesto.
Otro elemento en común con los murales es el uso del color, los detalles y las texturas y ha sido inevitable que eso se traspase a mis bordados.
Según Trinidad, la necesidad de los colores, texturas y relieves que tanto caracteriza sus bordados viene de su formación de escultura.
Este libro es del año 1979 y es sobre flora y fauna de Tierra del Fuego. Según Trinidad, tiene una conexión especial con ese lugar.
¿Cómo has recolectado la información de esta investigación que nos contabas?
La idea de hacer un blog sobre lo cosido, bordado y tejido la tuve hace más de tres años. Sentía que la recopilación que tenía se podía convertir en un blog y así yo también iba a poder seguir investigando de una manera mas formal. Yo quería saber más y por eso inventé Cosío, Bordao, Tejío. Quería un terreno de investigación oficial, y que, más allá de si alguien leía este blog o no, yo tendría esa necesidad de recopilar información de alguna manera. Empecé a hacer clases en febrero de este año y me he dado cuenta que son una parte fundamental de esta investigación. A mis clases llega gente súper diversa y han sido super transversales; he tenido alumnas de 11 años hasta 76. Escucharlas a través de las clases es muy interesante. Todas con historias distintas pero al final hay un lugar común que es la necesidad de volver a conectarse con la creatividad, empoderarse, permitir esa fluidez de sentir la libertad de crear, de volver a jugar.
También ha sido muy interesante escuchar testimonios de gente mayor como escuchar a mis tías abuelas hablar de sus bordados, o cómo hacían chalecos o cosían para hacer algún negocio, o lo que era la moda en esos años. O a mi mamá cuando me cuenta que se hacía su ropa y cómo luego pasó a la alta costura. Yo sentía que en esas historias había un valor enorme y no quería que se perdieran, las quería guardar y evitar que se extinguieran y pensé que un blog podía ser un buen lugar para eso.
¿Cómo son tus clases? ¿Las preparas? ¿Qué temas se ven?
Las clases se han ido enriqueciendo a medida que ha venido la gente. Todas las alumnas han contribuido un montón a que la clase mejore y sea más consistente y completa. Me di cuenta que habían preguntas frecuentes y dudas muy comunes que me ayudaron a potenciar el contenido de las clases y su calidad. Me he dado cuenta también que en mis clases no sólo se trata de enseñar las técnicas o puntos, sino que de cómo empoderarse creativamente. Eso es lo que más me hace sentido a mí y por eso mi clase se basa en eso, ya que es lo que yo necesité en un minuto para creer en mí y salir adelante, algo muy geniuno y por eso me gusta compartirlo.
¿Cómo fue tu trabajo para el mapa “Y tu campo de flores bordado” de Mappin?
Yo había recién comenzado a bordar cuando me invitaron a participar en Chile A Mano. Pensé cómo podía relacionar mi propuesta para hacer un mapa bordado y ahí recordé el himno nacional cuando dice “Y tu campo de flores bordado es la copia feliz del Edén”. Me encantó la idea de bordar flores ya que es algo que me gusta mucho y poder hacer una versión de Chile así. Busqué sobre plantas, no nativas necesariamente, pero según las zonas de Chile. En un principio pensé que lo iba a hacer super rápido ya que cuando pinto suelo ser bastante rápida, pero cuando me puse a bordar, empezaron a pasar los días y no avanzaba. Pasaron dos semanas y llevaba solo una esquina, bordando doce horas diarias. Al final me demoré un mes en total en hacerlo y entendí que el bordado tiene otros tiempos y que hay varias maneras de resolverlo de acuerdo a los tiempos que uno tenga.
Este es el mapa “Y tu campo de flores bordado” que Trinidad bordó para Mappin.
¿Eran muchos detalles?
Sí, fui súper lento. Sobre todo con esa manera de bordar, poniendo una puntada al lado de la otra. Ahora me doy cuenta que hay maneras de resolver un bordado mucho más rápido si uno lo necesita, pero en ese momento estaba recién empezando y no sabía, pero disfruté muchísimo hacerlo así. Fue muy entretenido también porque fuí subiendo fotos del proceso y sin darme cuenta se generó expectativa. Incluso hubo gente que escribió para comprar el print antes de que yo lo terminara, lo que fue muy alentador.
¿Cuál ha sido tu mayor desafío en torno al bordado?
Yo creo que el desafío constante es seguir preguntándome cómo se puede continuar avanzando y qué más se puede hacer. Seguir empujando los límites de las posibilidades, reinventarse y mantenerse en un estado de curiosidad constante. Hacer clases también representa un gran desafío ya que tienes que dar lo mejor de ti siempre. En todas las clases hay que estar con la energía súper alta para entregar lo que tus alumnos ven en tu obra y que vienen a buscar para sacar lo mejor de ellos también.
¿Cómo trabajas con el error en tus bordados?
Entendiendo que no hay errores. El error puede ser parte de tu propio gesto y personalidad, por lo que no sería amable referirse a ello como un error. La palabra genera la angustia de “lo hice mal” por lo que yo siempre les digo a mis alumnos que es mejor verlos como “eventualidades” que se pueden resolver de manera creativa. Ahí es cuando uno empieza a encontrar su propio gesto, su propio bordado. Ahí es cuando uno atesora su propio lenguaje. Por lo menos para mí eso fue muy importante y me ayudó a atesorar mi obra y mi identidad en vez de seguir poniéndola en duda.
A veces creas y a veces intervienes. ¿Cómo sabes cuando está listo?
Yo podría estar interviniendo y saturando para siempre, me encanta, pero uno de los consejos más valiosos que me dio un profesor es que es como cuando uno cocina: saber hasta qué punto se le echa sal a la sopa. Eso es algo que me ha servido no solo en la pintura, si no también en el bordado. Hasta qué punto le echo sal al bordado. Yo creo que uno sabe, pero hay que poner atención y seguir hasta estar satisfecho con lo que uno está haciendo.
Esta chaqueta que Trinidad compró en una venta de ropa tiene dibujos que quiere bordar con plantas de Tierra del Fuego.
Escultura, murales, bordado. Siempre persiguiendo la creatividad. ¿Qué viene más adelante?
Seguir explorando y avanzando como artista. También quiero que Cosío, Bordao, Tejío siga creciendo como comunidad y plataforma, donde siempre se celebre y comparta la creatividad para que llegue a más personas y siempre sea una energía que se multiplique. Por eso estoy trabajando en desarrollar más el blog y el nuevo canal de YouTube.
Safari es el fiel compañero de Trinidad. Según cuenta, la obliga a romper la inercia de quedarse ‘pegada’ bordando porque necesita todos los días salir a dar un paseo.
Entrevista por: Josefa Errázuriz
Fotografías: Rafaelo RoasendaSi quieres ver o comprar el Mapa "Y tu campo de Flores bordado" de Trini Guzmán, haz click en cualquiera de las imágenes.
"Y tu campo de flores bordado" - Trini Guzmán (Cómpralo aquí)
Comentarios
Dejar un comentario